Soñar, en un sueño que se torna translúcido…
Soñar bajo recuerdos de lo que fue…
Soñar con la esperanza de lo que será…
Soñar, hasta que descubres el truco.
No es soñar esta duermevela. Ni soñar son mis pesadillas.
No es soñar la cruel cuarentena, ni soñar a base de pastillas.
No es soñar esta rutina ni esta miseria, ni soñar entre la escoria.
No es soñar un ataque de histeria, soñar es conocer la Gloria.
Abrir los ojos entre escombros tras otro amanecer desvelado,
profanar cada recuerdo en sesgados gemidos inertes,
descubrir la alucinación de lo que llamabas vida,
y que, tras cada sombra, tras cada duda, se disfraza de muerte.
Y entonces, la luz. Y entonces, la verdad.
Y entonces, tú.
Como una cruel revelación que golpea mi cansado rostro,
abriendo mis ojos de par en par a lo que soy, a lo que quiero.
Un golpe de aire frío a mis párpados, obligándolos a abrirse,
una ráfaga de hielo colándose en mi pecho,
como sinónimo del despertar de este castigo,
como resolución de todos los enigmas del pasado.
Una vida esperándote, sin saber que te esperaba.
Una vida soñándote, sin saber siquiera si existías.
Una vida extrañándote, sin conocer tu nombre (que me sigue sabiendo a Gloria).
Una vida tras tus pasos, siguiendo los míos, que me llevaban a ti.
Ahora todo está claro. Ya no hay dilemas. Ni silogismos. Ni quehaceres.
Solo esculpir a besos tu sonrisa, y a caricias tu seguridad.
Solo darte cobijo en mis brazos, para defenderte de tus fantasmas.
Solo tú. Solo yo. Solo el tiempo.
Encógete. Hazte un ovillo. Acurrúcate en mi alma.
De allí nunca saldrás, para que nada te dañe, para escribir nuestra historia.
Déjame que te preste mis viejas alas negras.
Déjame llevarte hasta la Gloria.
Que no hay gloria, sin haberte conocido, ni conocimiento, ni amor, si no es el de Gloria.
Aitor Sorginak (03/03/2014)
Soñar bajo recuerdos de lo que fue…
Soñar con la esperanza de lo que será…
Soñar, hasta que descubres el truco.
No es soñar esta duermevela. Ni soñar son mis pesadillas.
No es soñar la cruel cuarentena, ni soñar a base de pastillas.
No es soñar esta rutina ni esta miseria, ni soñar entre la escoria.
No es soñar un ataque de histeria, soñar es conocer la Gloria.
Abrir los ojos entre escombros tras otro amanecer desvelado,
profanar cada recuerdo en sesgados gemidos inertes,
descubrir la alucinación de lo que llamabas vida,
y que, tras cada sombra, tras cada duda, se disfraza de muerte.
Y entonces, la luz. Y entonces, la verdad.
Y entonces, tú.
Como una cruel revelación que golpea mi cansado rostro,
abriendo mis ojos de par en par a lo que soy, a lo que quiero.
Un golpe de aire frío a mis párpados, obligándolos a abrirse,
una ráfaga de hielo colándose en mi pecho,
como sinónimo del despertar de este castigo,
como resolución de todos los enigmas del pasado.
Una vida esperándote, sin saber que te esperaba.
Una vida soñándote, sin saber siquiera si existías.
Una vida extrañándote, sin conocer tu nombre (que me sigue sabiendo a Gloria).
Una vida tras tus pasos, siguiendo los míos, que me llevaban a ti.
Ahora todo está claro. Ya no hay dilemas. Ni silogismos. Ni quehaceres.
Solo esculpir a besos tu sonrisa, y a caricias tu seguridad.
Solo darte cobijo en mis brazos, para defenderte de tus fantasmas.
Solo tú. Solo yo. Solo el tiempo.
Encógete. Hazte un ovillo. Acurrúcate en mi alma.
De allí nunca saldrás, para que nada te dañe, para escribir nuestra historia.
Déjame que te preste mis viejas alas negras.
Déjame llevarte hasta la Gloria.
Que no hay gloria, sin haberte conocido, ni conocimiento, ni amor, si no es el de Gloria.
Aitor Sorginak (03/03/2014)
1 comentario:
La luna Siempre te acompañara!
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