Y desde entonces solo tengo un sueño
seguir recorriendo esa Caye,
esa calle que desdeño,
la que me aparta de tu talle...
Caye arriba, calle abajo
te observo desde lejos
no sea mi voz ese badajo
que acabe de quebrar todos los espejos...
Escapando de los amaneceres
que mis sueños desvelaban
para sumirme en más quehaceres
que me deshilachan y me deslavan...
Soñar de nuevo con esa Caye,
que por su grandeza es más que avenida
y que por fin esta puñetera vida
me traiga todos esos detalles
de felicidad sin despedidas...
Tardes grises que me encierran
en este lento divagar cansino
bajo mil llaves me encierran
impidiendome seguir mi camino...
Y llegaste tu con tu luz
a sacarme de mis mazmorras
mostrandome al trasluz
sonriendome, no corras...
Seguir en tu persecución
es cuanto afora me alienta
quizá sea la desesperación
lo que aún hoy me alimenta...
Soñar de nuevo con esa Caye,
que por su grandeza es más que avenida
y que por fin esta puñetera vida
me traiga todos esos detalles
de felicidad sin despedidas...
Y ahora por fin se
que todas las calles son una
la que me lleve hasta mi Caye
y desemboque en esa luna,
luna de enero,
tan fría y mortecina
que por fin brilla de nuevo
para alumbrarte mientras caminas...